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¿ACCIDENTES RECURRENTES? TRENES EN 2023 Y AVIONES EN 2024

Marzo 27, 2024



Columna Editorial

Por: Isabel Cuervo


Descarrilamientos de trenes en 2023 y aviones que se caen a pedazos o motores que entran en fuego en 2024, así va la seguridad de transporte en el mundo.


Recordarán ustedes la decena de accidentes ferroviarios reportados a inicios del año pasado.

Cuatro descarrilamientos de trenes en menos de 15 días ocurrieron, tan sólo en los EE. UU. en febrero de 2023, varios más en España, uno de gran relevancia en la India y otro en Beijin. 

Pero en los Estados Unidos, en Ohio, Texas, Carolina del Sur y Michigan se reportaron incidentes con un común denominador preocupante: vagones llenos de productos químicos.


Primero fue el descarrilamiento de un tren cisterna, el 3 de febrero de 2023, en la ciudad de Palestina del este, en Ohio. Este accidente provocó explosiones con fugas de productos químicos altamente tóxicos, durante más de 2 días. Ello llevo a que en los estados de Ohio y Pensilvania se emitieran ordenes de evacuación de las zonas, mientras los equipos de emergencia realizaban quemas controladas del cloruro de vinilo en los tanques del tren.  Pero, entonces, el aire se inundó también de gases de fosgeno y cloruro de hidrógeno, un ambiente aun mas tóxico para la región.


Hasta el día de hoy, más de un año después de los hechos, se desconoce si el descarrilamiento del tren es responsabilidad de Norfolk Southern, su empresa propietaria, o si la administración Biden incurrió en negligencia en cuanto a la supervisión de las vías.


No se había acabado de contener este incidente cuando llegó el de Michigan, con más químicos de alta toxicidad que salieron esparcidos de los vagones de un tren descarrilado a las afueras de Detroit, de esta misma empresa. 

El 13 de febrero nuevamente otro accidente similar ocurrió en la ciudad de Splendora (Texas), luego de que un tren de Union Pacific se saliera de las vías chocando con una tractomula de 18 ruedas. Ese mismo día, en la localidad de Enoree (Carolina del Sur), hubo otro descarrilamiento de un tren de CSX Transportation, con 20 vagones cargados de cloruro de vinilo y otros materiales tóxicos.


Todo esto ocurría en los Estados Unidos al mismo tiempo que el primer globo espía chino era detectado sobrevolando espacio aéreo estadounidense, incluidas zonas de emplazamiento militar.


Hay que anotar que los accidentes ferroviarios en los Estados Unidos son relativamente comunes, pero las consecuencias rara vez son tan dramáticas y coincidentes, como las que están ocurriendo ahora en los accidentes aéreos reportados en este 2024.


En lo que va del año, se han presentado varios singulares accidentes aéreos en el mundo.  En los EE. UU. particularmente se han incrementado aquellos relacionados con piezas que se desprenden o motores que se incendian.

El 5 de enero un Boeing 737 de Alaska Airlines, que acababa de salir de la fábrica hacía solo 66 días, sufrió el desprendimiento de una puerta de emergencia, provocando el terror en sus pasajeros con la pérdida de presurización de la cabina, a casi 16 mil pies de altura. La aeronave se vio obligada a volver a la ciudad de Portland (Oregón), de donde había despegado, con un enorme hueco en el fuselaje del avión y con 177 pasajeros aterrorizados usando máscaras de oxigeno.


Evan Smith, uno de los pasajeros, declaró que “sintió una explosión muy fuerte en la parte trasera izquierda del avión, luego un zumbido y después todas las máscaras de oxigeno cayeron”.

Otro pasajero relató que “había un niño en esa fila al que la presión le arrancó la camiseta que salió despedida del avión y que, gracias a que su madre lo abrazó fuertemente, el niño no salió volando por el hueco”.


Tras este terrible incidente, la FAA (Administración Federal de Aviación​), ordenó inmovilizar todos los 737 Max 9, que tuvieran la misma configuración que la del avión de Alaska Airlines, para someterlos a inspecciones y el director ejecutivo de Boeing, Dave Calhoun, tuvo que reconocer que un “error” de la Boeing había provocado el terrible incidente.


Esta medida fue adoptada también por la Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea (EASA), pero luego reportaron que no afectó a ninguno de los aviones de esta compañía en Europa, porque, aseguran, los Boeing 737 Max 9 que operan en el espacio comunitario europeo, cuentan con una configuración distinta.


En el mundo hay 215 aviones Boeing 737 Max 9 en servicio, los utilizan, además de United

Alaska Airlines, Copa de Panamá, Aeroméxico, Iceland Air, Aerolíneas Turcas y Fly Dubai.


Pero los accidentes se siguieron sucediendo y esta vez con otros modelos de aeronaves.  El 24 de enero pasado a un avión Boeing 757, operado por Delta Airlines, se le desprendió una rueda del tren de aterrizaje mientras se preparaba para despegar, en el Aeropuerto Internacional de Atlanta, Estados Unidos.  Este incidente se registró en uno de los modelos de avión más antiguos, fabricado por la Boeing, y que lleva 32 años operando.  El vuelo 982 de Delta, iba con destino a Bogotá (Colombia), y la Administración Federal de Aviación, aun tiene abierta esta investigación.


A inicios de marzo, el vuelo de United Airlines 1118, un Boeing 737-900, que partía de Houston (Texas), a Fort Myers (Florida), tuvo que aterrizar de emergencia, 20 minutos después de su despegue, por un incendio en uno de sus motores.

“Escuchamos una fuerte explosión, por las ventanillas podíamos ver el motor en llamas y luego el avión comenzó a caer en picada”, declaró uno de los pasajeros que iba en este vuelo.


A estos sucesos se suma otro motor en llamas, el registrado el 19 de enero pasado, cuando un avión de carga, nuevamente de la Boeing, tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en el Aeropuerto internacional de Miami, por fuego en un motor.  Según el reporte final, el Boeing 747 que se dirigía a Puerto Rico, presentaba un hueco en ese motor.

El 3 de enero, el vuelo 3515 de Eastern Airlines, un 767-300 cargado de migrantes que estaban siendo deportados a Honduras, también tuvo que devolverse a tierra por fallas en uno de sus motores.


Mientras escribo esta columna, en Australia, un problema técnico obligó a los pilotos de Qantas a apagar uno de los motores de un Airbus 330-200, en pleno vuelo.

El vuelo QF781, que iba de Melbourne a Perth, tuvo un problema en uno de sus motores, según confirmó la aerolínea australiana, y aunque afirman que apagarlo es un procedimiento seguro, los pasajeros pasaron momentos de absoluto terror con el estruendo y las intensas sacudidas de la aeronave mientras llegaban a tierra.


En otro incidente renombrable, como si de señales del destino se tratara, el pasado 17 de enero el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, no pudo volar de regreso a su país, desde Davos (Suiza), en donde se encontraba, en el famoso Foro Económico Mundial. 


Una fuga de oxígeno fue detectada en el Boeing 737 que Blinken y su comitiva ya había abordado.  El principal diplomático estadounidense fue desembarcado de inmediato y regresó a los EE. UU. en otro avión enviado desde Bruselas.


Pero, como vivimos en tiempos en que las conspiraciones mas delirantes se convierten en realidad, aunque los medios hegemónicos no lo informen, no quiere decir que no sucedan los hechos.


El pasado 9 de marzo, John Mitchell Barnett, quien trabajó en el departamento de control de calidad de la Boeing por mas de 32 años y quien se había convertido en denunciante de los pobres controles de calidad de la empresa, apareció muerto.


Barnett no era cualquier empleado, fue durante siete años el gerente de control de calidad de la Boeing en Charleston, Carolina del Sur y se jubiló en 2017.  Ese mismo año presentó una denuncia ante la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional de los EE. UU., (OSHA), señalando irregularidades de la Boeing. Esa denuncia no prosperó y fue cerrada, fallando a favor de Boeing, después de cuatro años.  Barnett, entonces, presentó un recurso de apelación que estaba llevándose a cabo durante este mes de marzo.


La misión de OSHA es la de “garantizar la seguridad, salud y condiciones de trabajo, haciendo cumplir los estándares y brindando capacitación, extensión, educación y asistencia”.


Revisando documentación interna de la empresa y contrastándola con la de la FAA, pude hallar que ya en diciembre de 2022, Boeing, junto a las aerolíneas que operan sus aviones, estaban inspeccionando los 737 Max en busca de un potencial fallo que debía haber en algunos de sus timones.  “Un posible perno flojo en el sistema del timón”, que es crucial para controlar el avión en el aire, dice el reporte. Una de las aerolíneas, no especificada en documentos, detectó 2 de sus aviones con este problema en la pieza clave. 


En 2018, una aeronave 737 Max se estrelló en Indonesia y a principios de 2019 otra en Etiopía, dejando un saldo de 346 personas muertas.  Esto llevo a que se inmovilizaran estos modelos de aviones durante 20 meses, mientras Boeing aseguraba que estaba trabajando para encontrar una solución al defecto de diseño que había provocado los accidentes. Pero volvieron a operar con los resultados que estamos viendo hoy.


En 2019, Barnett, el ex empleado de la Boeing, comenzó a dar declaraciones a la prensa sobre lo que él consideraba criticas fallas de rigurosidad en los mecanismos de seguridad en la empresa. En 2021 presentó una nueva demanda contra Boeing, bajo la ley AIR 21, que regula la seguridad en las aerolíneas y a inicios de este 2024, Barnett, ya con 62 años, incrementó sus denuncias publicas y advertencias sobre las pobres y peligrosas prácticas laborales en torno a la seguridad en los aviones de la Boeing.


Entre las múltiples denuncias de Barnett, resalta que en 2016 afirmó que un alto directivo ordenó instalar un tubo hidráulico abollado que debía ser desechado, en un avión. Luego, presentó la denuncia ante las directivas y recursos humanos, planteando el faltante de más piezas defectuosas que temía se hubieran instalado, pero desde la Boeing afirmaron que habían investigado y no habían encontrado fundamento a las afirmaciones de Barnett.


John Barnett se sostuvo a través de los años en que los trabajadores de la Boeing no siguen los procedimientos de calidad que garantizan la seguridad en las aeronaves, por presiones de sus supervisores. Ante la pregunta de por qué instalarían piezas defectuosas, contestó que los presionaban para evitar retrasos en la línea de producción.


Un informe de la FAA de 2017 determinó que faltaban al menos 53 piezas en varios de sus aviones y ordenó a la Boeing a tomar medidas correctivas.


Barnett denunció en su momento, que había descubierto “virutas de metal” dejadas cerca de los sistemas eléctricos de los controles de vuelo, que podrían ocasionar resultados “catastróficos” de llegar a penetrar el cableado. Aseguró que instó repetidamente a sus jefes a tomar medidas correctivas, pero no lo hicieron y, en lugar de ello, lo trasladaron a otro departamento de la planta.


En 2017, la FAA debió emitir una directiva que exigía la eliminación de las virutas de metal, antes de la inspección y entrega de los aviones. Boeing afirmó que estaban cumpliendo y trabajando para mejorar el diseño para evitar el problema, pero determinó que el asunto no representaba un mayor problema en la seguridad de vuelo.


Antes del lanzamiento del Boeing Max, correos internos de empleados revelan que en abril de ese mismo 2017, existían preocupaciones entre ellos sobre el “mal diseño del avión”, es como “una nave hecha de parches”, escribió uno de ellos.  “Este avión está diseñado por payasos, quienes a su vez son supervisados ​​por monos”, le contestó otro empleado.


Estas comunicaciones internas fueron publicadas en 2020, como parte de la investigación sobre el Boeing Max, por parte de la Comisión de Transporte e Infraestructura de la Cámara de Representantes de los EE. UU.


El informe destacó “graves fallos y errores en el diseño, desarrollo y certificación de la aeronave”, e incluyó las “presiones de producción (sobre los empleados), que ponen en detrimento la seguridad de los pasajeros”, además de una “cultura de ocultamiento” de la deficiente operatividad al interior de la Boeing.


Barnett igualmente alertó varias veces sobre los sistemas de oxígeno del Boeing 787 dreamliner, asegurando que podrían estar defectuosos por falta del adecuado mantenimiento que se hace en los aviones.  Este ex empleado era una piedra en el zapato de la Boeing, sin duda, y hoy esta muerto. 


Según su abogado, Brian Knowles, se suponía que Barnett se presentaría a su tercer día de declaraciones en el litigio que estaban llevando a cabo contra la empresa.  Pero no llegó.

Fue encontrado muerto el 9 de marzo dentro de su camioneta, en el estacionamiento de un hotel. Los resultados del forense del condado de Charleston indican que murió por una herida auto infligida, aunque su muerte aun está siendo investigada por la policía.


La familia de Barnett asegura que él estaba muy contento por haber llegado a juicio y esperaba que esto obligara a la Boeing a “cambiar su cultura laboral”.

Afirmaron, junto a su otro abogado, Robert Turkewitz, que “Barnett estaba de muy buen humor” y no vieron “ningún indicio” de que estuviera pensando en quitarse la vida.


“Estamos tristes por el fallecimiento del Sr. Barnett y nuestros pensamientos están con su familia y amigos”, respondieron desde la Boeing.


En medio de tantas dudas, escándalos y terrores aéreos, hace tan sólo días atrás, el 25 de marzo, el CEO de esta empresa anunció su renuncia. Dave Calhoun abandonará la presidencia y la dirección ejecutiva de Boeing a finales del año 2024. La compañía ha anunciado una profunda renovación de la cúpula directiva tras la crisis que vive el fabricante, agudizada por el incidente del Boeing 737 de Alaska.


En los ocho meses que le quedan en el cargo, aseguran que seguirá centrado en “completar el trabajo que hemos realizado juntos, para devolver la estabilidad a nuestra empresa, después de los extraordinarios desafíos del pasado”. Velará por “la seguridad y la calidad a la vanguardia de todo lo que hacemos”. Fin del comunicado.


A su salida se suma la de otro importante ejecutivo, Stan Deal, responsable de la división de aviones comerciales.  De igual manera, el presidente de la junta directiva, Larry Kellner, ha informado que no tiene intención de presentarse a la reelección en la próxima reunión anual de accionistas.


Al día de hoy, a nivel global, más de 80 aerolíneas operan alrededor de 5.000 vuelos diarios, de los cuales 1.300 aviones son 737 MAX.  En ellos se transportan alrededor de 700.000 pasajeros, y no exactamente de forma muy segura.


Si bien la FAA ha autorizado al Boeing Max a volar una vez más aunque, a todas luces, es una organización que antepone las ganancias millonarias a la vida y seguridad de los pasajeros; sus problemas, sin duda, aun no están resueltos.


La pregunta sería: ¿si en 2020 fue el encierro forzado, en 2024 se presentan nuevos terrores para que optes, tal vez, a que tu mismo te encierres?


¿Suena a conspiraciones? Si, tal vez tan reales como la misma realidad que nos rodea.




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